Aqui escribiré lo que me dicte ese pequeño gato que tengo ocupando mi conciencia

martes, 9 de abril de 2013

Paraísos Propios


¿Y por qué no creer? ¿Por qué no tener fe? 

Pero no una fe preestablecida, ya existente, de las que te venden en la teletienda. No la fe de alguien más, si no una propia. La fe en un paraíso propio. Nada de querubines alados y viendo la gracia y gloria del señor; no un paraíso de vírgenes y ríos de miel y arboles de frutas; no un paraíso a la usanza. 

Yo ya me imagino mi paraíso, el que me haya forjado con mis valores, con mis gustos, bien encalado.

Me imagino una casa de piedra vieja, encaramada en un monte rodeado de riscos y  verdor pardusco, desde la cual se vea un rió que recorra las gargantas de los desfiladeros; una casa robusta, caliente en invierno y fresca en verano, 

Con una chimenea que dé al estudio, y otra a la sala de estar.

Con 3 pisos y habitaciones no demasiado grandes, pero si acogedoras, con alfombras tupidas y paredes de madera de roble. Tendría mi despacho, claro está, con una gran mesa de caoba, y detrás de ella un ventanal que diera al monte. Libros de estudio coparían los estantes. Toda la casa estaría repleta de libros de todo género y tamaño: historia, filosofía, novela negra, astronomía, mitología, arte, ensayo, humor….

Allí tendría mi reserva de cerveza, claro: inagotables reservas de cervezas de todo el mundo, y cada noche elegiría una distinta. Y claro, eso rodeado de buena compañía. De esos amigos que nunca faltan, que no te fallan; con los que te ríes y lloras, por los que valdría la pena morir. Charlar al fuego de la lumbre, montar fiestas.

Y pasar tiempo allí con esa persona. Esa persona que te ilumina el mundo con solo ver su sonrisa; con la cual compartirías tu último suspiro, tu último aliento en este mundo. Retozar con ella, ver amaneceres, charlar y beber los vientos juntos. Pasear por lo valles, los ríos, los bosques y los senderos, cogidos de la mano.

Y también, para cuando este solo, tener mis momentos de dispersión, de afinamiento. Ver viejas películas y series; jugar a los juegos que de pequeño me apasionaban; leer mi novela favorita mientras oigo el repiqueteo de la lluvia golpear los cristales. Divagar con la mente en recuerdos e historias aun por escribir e idear, crear.

Y muchas otras cosas

Este es mi pequeño paraíso. El que deseo para mi, el que veo como meta a alcanzar cuando llegue mi momento. Cada uno tiene el suyo, o, al menos, debería tenerlo. ¿No os parece?