Aqui escribiré lo que me dicte ese pequeño gato que tengo ocupando mi conciencia

lunes, 17 de diciembre de 2012

Un frasco, ni muy grande, ni muy pequeño


Voy a ir metiendo todas mis tristezas en un frasco. No uno muy grande, pero tampoco demasiado pequeño. 

Todas y cada una de las cosas que me hacen sentir pequeño; las que me hacen ver las cosas a través de la lluvia; las que se esconden entre los huesos.
Abro la tapa del frasco ( ni muy grande ni muy pequeño) y comienzo a meterlas, una por una.
La primera no se mueve, está quieta, fría e inerte. Ha pasado conmigo mucho tiempo…quizá sea la primera. No lo recuerdo

La segunda ocupa mucho, y aún palpita, está caliente. No es la más vieja, pero si la que más ha durado viva.

La tercera es pequeñita, parece un grano de arena, y muy ligera. Pero quema, arde como un tizón al rojo.

La cuarta ( y ultima)se mueve demasiado. No para quieta, y parece una neblina que no se deja atrapar.. Esta no se ni cual es, o siquiera si es mía, pero la guardo también

Cierro la tapa, y ahí están, en un bote, ni muy grande, ni muy pequeño, transparente, donde las puedo ver. Pensaba deshacerme de ellas, enterrarlas…
Pero las tengo cariño. Después de todo, han estado en mis huesos. Las dejare en ese bote, y pegare una etiqueta. ¿Qué pondré?

¿”Pandora”? No, muy clásico

¿”No abrir”? Advertencia  vana.

¡Ya se!

“No olvidar”

domingo, 23 de septiembre de 2012

Un libro con las paginas en blanco


Entre la multitud, camina con paso vacilante. Sus pasos se dirigen a ninguna parte, sin rumbo, buscando algo que ya ha olvidado

Sigue andando. No destaca entre la multitud. Es una persona normal. Parece normal. Una entre tantas. Nadie la presta atención.

Su cara esta pétrea


A sus ojos le falta la chispa de antaño. Su mirada, vaga, vacía, refleja lo que por su mente pasa: el eco de un estruendo de pensamientos ya olvidados, pero un eco tan débil, que ni oírse puede. Y en los extraños y cada vez menos frecuentes momentos en que la lucidez quiere hacer acto de presencia, escapa por la puerta por la que asomo.

¿Habéis intentado coger agua en el cuenco de las manos para aplacar la sed, y, que por torpes o lentos, el ansiado liquido no llegaba a rozar vuestros labios, ya no digamos saciaros?

¿Imagináis la desesperación que se puede sentir al olvidarlo todo? No podéis, y ella, que lo sufre, tampoco, ni eso se la permite ya, no saber ni que debería estar sufriendo.

¿Qué haríais si se os privase de algo por que reír? ¿De algo por lo cual llorar? Ella no puede saber que la privan, ni lo podrá saber.
Ya no ríe. Ya no llora. Ni sonríe ni se enoja por nada. No tiene motivo para hacerlo, pues lo más importante que tenía lo ha perdido

¿Puede haber algo más terrible que el que te olviden? Si, olvidarte de ti mismo. Sumirte en un letargo hasta no ser tú, ni ser nadie.

Sigue andando, engullida por la gente. Se pierde entre ella…..desaparece 

domingo, 9 de septiembre de 2012

Free Falling


Odio cuando siento odio. Odio cuando lo siento al pensar en lo que antes quería. Es contradictorio: 2 mundos que se chocan, explotando. Siempre recurro al mar, pero es lo que más me calma, y por ello me zambullo en el. Pero ésta vez, es más difícil. Las palabras se me pegan en la piel, y a la calma se la lleva el viento. Olas tempestuosas se levantan, y me tragan. La tranquilidad que pronosticaba hace tiempo no vino, y la estupidez (¿o es lucidez?) me tambalea.
Pierdo el equilibrio
Sueños de fortalezas, de rejuvenecimientos, de gente que no es la que es y luego si lo es, de leones y de mansiones encumbradas… ¿Qué son? ¿Qué significan? ¿Todo uno o ni siquiera es nada?
Ya no estoy en el mar, estoy en una columna, y sigo cimbreándome arriba, perdiendo el equilibrio. El viento grita, porque se canso de callar lo que quería para soltar lo que debía. Mejor me dejo llevar ¿Verdad?
Abro los brazos. Ni el mar, ni la arena entre mis dedos, ni los aromas venidos por el viento. Ni el Sol, ni la Luna ( no por ahora) me harán entender. Debo oir y entender yo lo que me grita el viento.
Son vientos de cambio. ¿Los oís?
Me echo hacia atrás. Y caigo
Caigo

domingo, 8 de julio de 2012

La Princesa y la Mascara ( Parte 1 )


Este es un cuento muy especial para mí, y que tenía en el tintero desde hace mucho,mucho tiempo...Casi me había olvidado de el, de hecho. Pero, desempolvando viejos escritos, encontre el comienzo y notas de una idea que ha vuelto a mi memoria. Su fin original no era este, hacerlo publico...tenia un  objetivo aún mayor. Pero,si algo he aprendido,es que no todo sale como uno quiere, piensa, espera, o incluso siente. Ahora siento que mejor sera compartirlo.
 Espero que, a los pocos que me lean, les guste


Érase una vez que se era, hace ya muchísimo tiempo, en un lugar muy lejano, había un reino, el más hermoso de todos los que puedan llegar a imaginarse.
El cielo era naranja brillante. Prados y montañas que nunca acababan, y sus pendientes eran hierbas rojo profundo, coronadas de nieve. Y cuando salía el Sol, las montañas brillaban. Las hojas de los árboles eran plateadas, y cuando cada mañana reflejaban la luz, parecía un bosque en llamas. Con la llegada del otoño, la brisa soplaba entre las ramas como una canción, suave a veces, atronadora otras, pero siempre alegre. Y, cuando, tras la lluvia diamantina, los campos quedaban mojados, relucían como rubíes.
En las noches de cielo despejado, la Luna acariciaba todo con sus miles de dedos de plata. Y en el más bello de los parajes de este hermoso reino, se construyo una ciudad.
Una ciudad sesgada por un rio de aguas cristalinas. Un rio que nacía en las montañas y se perdia en el horizonte, rumbo al inmenso, inmenso mar azul. Una ciudad de altas y albas murallas que pareciesen levantadas por gigantes para gigantes, y que cercaban la ciudad circularmente.
Pero esta no era la única defensa con la que contaba, pues dentro de este circulo había inscrita una segunda muralla, no tan alta, pero si más gruesa que la primera, y guardaba el interior formando, esta vez, un cuadrado perfecto.
Y cruzando las dos ciclópeas puertas, repujadas con remaches carmesí, encajadas en las murallas, se accede a una plaza circular de gran tamaño, enlosada con mármol reluciente, siempre abarrotada. En su centro, la estatua de un viejo mago aferrado a su cayado otea el horizonte por encima de las puertas, siempre vigilante, inmutable ante todo. Es una ciudad de casas altas, tejados blancos, calles anchas y rostros sonrientes. De fragancias sutiles, colores vivos y sonidos vivos. Pero no solo era una ciudad de construcciones, si no también rendía honor a la naturaleza, y a cada poco, podía encontrarse un vestigio de la fecundidad vegetal: alamedas con arboles carmesís que tapizaban el suelo con sus hojas; parques con prados índigos salpicados de flores amarillas, donde las abejas recolectaban néctar, y los amantes se tumbaban a ver pasar las nubes y las horas.
De las fuentes manaba agua en abundancia, recolectada del gran rio, donde los barcos de grandes velas pasaban perezosamente, y los niños se zambullían entre risas y juegos. Una infinidad de puentes atravesaban el gran rio de ancho margen, muy transitados con carros y personas que iban de aquí para allá, en frenético movimiento.
Éste era el aspecto que tenia la ciudad que nos ocupa, enclavado en el valle del reino mas hermoso que haya habido, y todo marchaba bien en ella….o eso parecía a simple vista, pues no todo era felicidad; había alguien que no era feliz en absoluto. Al contrario, era terriblemente desdichada……

martes, 12 de junio de 2012

Mirando a la Luna

Miro por la ventana, al cielo nocturno, y me sorprendo. Hay luna llena. Ese disco plateado que, aunque se que no es verdad, pareciera colocado ahí únicamente para que yo lo viera, en este instante preciso. 
La miro, y ella me mira.Me cautiva 
¿Como algo tan cotidiano, tan visto, tan escrito, como nuestro satélite, puede impresionar tanto? 
A veces la miro, como ahora mismo, y la imagino, ya no como lo que es, si no como un portal a otros mundos. Un espejo de Alicia el cual atravesar, acompañado de la mano de tu ensoñación. Donde perderse a voluntad propia, para luego volver, muchas veces sin saber que vistes, o donde estuviste, pero con el convencimiento de que fue algo precioso, espectacular... y propio.
Si el Sol nos muestra la realidad del día, la Luna nos descubre la magia y el misterio que entraña la noche, y lo hace temerosa de mostrar todos sus secretos. Pero cuando lo hace, cuando te enseña lo que ofrece, aunque sea un instante fugaz, no cambiarías esa confidencia ni por la mejor de las realidades.
En ese mundo de ensoñaciones me transporto en ocasiones. Por eso, si alguna vez me encontráis en cualquier lugar, mirtando al cielo nocturno, sin dar señales de respuesta, no intenteis hacerme reaccionar. No. Acompañarme y, tal vez, si prestais atención, veais todo lo que yo veo y, os aseguro, que sera espectacular. 

Un mapa con agujeros

Paseo por un mapa colgado en la pared, con recorridos trazados por la memoria con los pies descalzos. Lineas estrechas y rojas zigzaguean, con agujeros donde sentarse a ver pasar las horas. Pero no me paro, es peor. Recorro el mapa, de arriba abajo, de izquierda a derecha. Solo figuras sin forma. Oigo el mar, pero no lo veo. Sigo danzando por el mapa. Vuelo al Sur, vuelo al Norte, pasa el tiempo sin que mi mente se agote. Doy un paso, y estoy a kilómetros de donde me hallaba, en este mapa con agujeros que vuelven al principio. Corro, brinco, nado, con arena entre los dedos ando; no molestan, solo viajan conmigo. Son agradables, y lo agradable es bueno,¿no?
Camino entre colinas grises y ruinas verdes, en una visual dislexia. Otros paso, y las lineas rojas se ensanchan, aparecen más caminos, todos de muchos colores. no veo más allá del borde del mapa. Miro arriba, miro a los lados: no veo cosa alguna, ni natural ni humana. Respiro, y se llenan de noches mis pulmones. Cierro los ojos, y preparo el siguiente paso, sin saber donde voy. Avanzo.
¿Dónde estoy? No lo sé, a años luz de donde estaba, tal vez.
¿Dónde estoy? No lo sé, no noto nada raro...nada malo.
¿Dónde estoy? No lo sé, parece agradable...eso es bueno, ¿no?
Estaré bien.