Odio cuando siento odio. Odio cuando lo siento al pensar en
lo que antes quería. Es contradictorio: 2 mundos que se chocan, explotando.
Siempre recurro al mar, pero es lo que más me calma, y por ello me zambullo en
el. Pero ésta vez, es más difícil. Las palabras se me pegan en la piel, y a la
calma se la lleva el viento. Olas tempestuosas se levantan, y me tragan. La
tranquilidad que pronosticaba hace tiempo no vino, y la estupidez (¿o es
lucidez?) me tambalea.
Pierdo el equilibrio
Sueños de fortalezas, de rejuvenecimientos, de gente que no
es la que es y luego si lo es, de leones y de mansiones encumbradas… ¿Qué son? ¿Qué
significan? ¿Todo uno o ni siquiera es nada?
Ya no estoy en el mar, estoy en una columna, y sigo cimbreándome
arriba, perdiendo el equilibrio. El viento grita, porque se canso de callar lo
que quería para soltar lo que debía. Mejor me dejo llevar ¿Verdad?
Abro los brazos. Ni el mar, ni la arena entre mis dedos, ni
los aromas venidos por el viento. Ni el Sol, ni la Luna ( no por ahora) me harán
entender. Debo oir y entender yo lo que me grita el viento.
Son vientos de cambio. ¿Los oís?
Me echo hacia atrás. Y caigo
Caigo
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